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Crónicas de una emancipación

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A pesar de que Blogia me encanta, me he mudado. Puedes seguir leyéndome aquí

Con ánimo de ofender: domingueros en el campo de concentración

Con ánimo de ofender: domingueros en el campo de concentración

(Imagen de presos en el campo de concentración de Miranda de Ebro, sacada de google images. En realidad, debería ir al final del texto.)

Hace cosa de un par de meses recibí una visita muy especial. Mis invitados se quedaron dos semanas y pensamos que sería buena idea aprovechar para visitar aquellos lugares que no pudieron ver la primera vez que vinieron a Berlín, hace ya dos años; así que estuvimos en Hohenschönhausen -la famosa prisión de la Stasi-, fuimos a la fortaleza de Spandau o nos dimos un garbeo por Grunewald, llegando incluso a subir a Teufelsberg.

Uno de los lugares que los turistas suelen visitar en un primer viaje a Berlín y que entra casi obligatoriamente dentro de los circuitos turísticos de la ciudad y alrededores, es el campo de concentración (Konzentrationslager en alemán y resumido a partir de ahora por mí como KZ) de Sachsenhausen, en la localidad de Oranienburg y asequible en una horita con SBahn y tren. Por su cercanía a Berlín y por las buenas conexiones de transporte público, son muchos los visitantes que no se quieren perder la oportunidad de visitar por primera vez -en la mayor parte de los casos - un centro del horror nazi.

Para ponernos en situación e intentando ser breve. [Si la historia del KZ te la conoces o prefieres leerla de otras fuentes, sáltate el fragmento en negrita]. El campo de concentración de Sachsenhausen (Konzentrationslager Sachsenhausen) fue construido en el verano de 1936 por presos traídos de la prisión de Esterwegen (al Oeste de Alemania) y durante sus dos primeros años de funcionamiento fue un centro de concentración y detención de adversarios políticos del nacionalsocialismo -sobre todo detenidos a través de las primeras purgas contra socialistas, comunistas y opositores en general. A partir de 1938 y sobre todo a raíz del comienzo de la Segunda Guerra Mundial, Sachsenhausen, como otros muchos campos, empezó a albergar de manera masiva a judíos, homosexuales, gitanos, Testigos de Jehová (los llamados "parias" o "asociales" de la Alemania Nazi) y prisioneros de otros países (holandeses, franceses, belgas, polacos o republicanos exiliados entre otros) que además de estar sometidos a torturas, experimentos médicos, marchas interminables, fusilamientos, hambrunas, enfermedades, penosas condiciones, fueron forzados a trabajar como parte de la maquinaria de la industria bélica del Reich para empresas tan conocidas y familiares para nosotros hoy en día como Siemens, AEG o IG Farben.

Con la intensificación de la guerra a partir de 1943, la maquinaria asesina en los campos de concentración fue frenética, los trabajos forzados se recrudecieron en Sachsenhausen, pero también empezaron los gaseos y la cremación de cadáveres, lejos sin embargo de las cifras alcanzadas en Auschwitz u otros campos de exterminio. Sachsenhausen fue además en estos años, centro de una de las operaciones de falsificación de dinero más importantes de la historia, recogida en la película "Los Falsificadores".

Tras el fín de la guerra y la derrota de la Alemania Nazi, Sachsenhausen se convirtió en los primeros años de la posguerra en un centro de detención soviético -que a día de hoy no es visitable- y posteriormente en un centro de detención de la República Democrática Alemana hasta que en 1956 fue abandonado y se gestó como lugar de la memoria del antifascismo. Se erigió un monumento en honor a las víctimas y cada año el dirigente de la RDA de turno (bueno Ulbrich o Honecker) oficiaba un acto, pero además allí tuvieron lugar actos de corte militar, didáctico (excursiones escolares o actos de los Pioneros) u delegaciones de solidaridad internacionalista.

Con el colapso de la Alemania del Este en 1989 y la integración en la Alemania del Oeste, las políticas de la memoria sobre Sachsenhausen siguieron activas pero sin la impregnación socialista de las décadas anteriores. Sachsenhausen se convirtió pues, en un centro de la memoria dedicado a comunistas y opositores del Nazismo, pero también a todos los políticos alemanes que murieron (conservadores pero opositores, socialdemócratas...), a judíos, a ciudadanos extranjeros capturados por no colaborar con la ocupación, a los niños que padecieron los experimentos en las enfermerías, a homosexuales, gitanos y Testigos de Jehová y en definitiva, a todas las víctimas del horror nazi.

Hoy en día Sachsenhausen es uno de los centros más importantes de la memoria histórica en Berlín y aunque apenas queda del original, la estructura del campo y algunos barracones reconstruídos se han convertido en centros didácticos, musealizados, con multitud de recursos audiovisuales, documentos y objetos personales como fotografías, pasaportes, vestimenta, etc., hay infinidad de paneles explicativos en inglés y alemán y los trípticos sobre quién y cómo hacía qué y para qué, se encuentran traducidos en muchos más idiomas como castellano, italiano, francés, polaco, holandés, etc. Además de visitas guiadas y audioguías en estos idiomas, que se contratan/adquieren a la entrada. En definitiva, el que no se entera qué fue y qué es hoy Sachsenhausen es porque sinceramente, no quiere o no tiene interés.

Nosotros nos decantamos por el audioguía porque nos permitía movernos con total libertad por el campo y porque si el audioguía no terminaba de explicar bien, yo podría completar la información (formación profesional ;)). La ventaja del audioguía es que además de contar la historia general del campo, recoge testimonios de audio de supervivientes y anécdotas de la vida cotidiana.

Ese día el campo estaba hasta la bandera, predominaban los grupos de visitas guiadas fundamentalmente en castellano e italiano. Había muchos grupos y estaban por todas partes, casi copándolo todo. En algunos barracones más estrechos era incluso realmente difícil moverse con comodidad. Los turistas eran gente de todas las edades, hombres, mujeres, familias...desconozco si había grupos de otras nacionalidades, yo al menos las dos horas que estuve ahí escuché prácticamente sólo castellano.

Apenas salíamos de uno de los primeros barracones siguiendo el mapa que nos habían dado a la entrada, nos encontramos con varias personas semitumbadas en el suelo, que charlaban muy animadamente de sus cosas mientras se comían un bocadillo y bebían varias latas de cocacola. Esta escena se repitió varias veces a lo largo de la visita en distintos lugares del campo, sólo les faltaban las cartas para echar un guiñote. Mucha gente parecía irse desperdigando de los grupos, los gestos de hastío eran bastante evidentes entre muchos, algunos se quedaban rezagados en el camino y otros sólo hacían fotos. Bastantes aguantaron el tour entero y las explicaciones y se mostraban interesados e impresionados.

Pero vuelvo a la actitud de la "minoría" (minoría significativa en día de llenazo), ¿Sólo se puede visitar un KZ en silencio y cabizbajo? Pues no, se puede hablar y comentar y si se tiene hambre o se está cansado hay unos discretos bancos para sentarse, apartados del "circuito". No hace falta tumbarse en el cesped como cuando se está en la piscina o en el estanque de la Unizar. Lo mismo que uno no se duerme en clase o no come a dos carrillos durante una charla o a una ponencia.

Ir a Sachsenhausen o Auschwitz no es como visitar Alexanderplatz o la Puerta de Brandenburgo. No es un lugar para hacer un par de fotos e irse. Hay que ser muy consciente de la carga histórica y simbólica que un KZ (entre otros lugares de la memoria) representa para la sociedad del lugar donde se encuentra y en general para aquellas sociedades que han padecido un pasado traumático.

Más allá de la responsabilidad individual o del interés personal de cada visitante en el KZ, para mí se trata de un problema de carencias: carencia en políticas educativas en la historia reciente y en historia de las dictaduras, carencia en la divulgación de la historia del exilio y la represión franquista, carencia de políticas de la memoria y sobre todo, carencia de interés por establecer una justicia que castigue a los culpables y compense a las víctimas. Todas estas carencias tienen un mismo denominador común: el Estado Español.

El fín de la dictadura franquista podría haberse convertido en una buena ocasión para romper definitivamente el círculo vicioso del oscurantismo en torno a la historia de la II República, Guerra Civil, Revolución, represión y exilio y llevar a cabo políticas de reparación y recuperación. Sin embargo, las circunstancias políticas en las que muchos tenían mucho que esconder para cambiarse la chaqueta y las concesiones que la izquierda institucional hizo para entrar en este juego, llevaron a un solape deliberado y consciente de las dos memorias, a las que se les echó una capa gorda de tierra (o de cal) por encima. De la Guerra contra el marxismo, se pasó a la Guerra Fratricida.

El miedo, el nulo interés de las instituciones estatales y locales y la marginación que han padecido en estas últimas décadas tanto las asociaciones de recuperación de la memoria histórica, como otros colectivos políticos directamente afectados por la represión, han condicionado la opinión pública, la cual  se muestra a menudo agresiva y contraria a los proyectos de recuperación y rehabilitación. No se condena a los difamadores acientíficos, pero tampoco se fomenta el trabajo de los historiadores sobre franquismo y violencia en la esfera pública.

Durante las dos pasadas legislaturas, el gobierno del PSOE, supongo que en parte debido a una regeneración de bases y cúpula, puso en marcha algunas tibias medidas como la aprobación de la Ley de la Memoria Histórica o la creación de un mapa estatal de localización de fosas franquistas. Sin embargo la presión de la derecha y el inicio de la crisis económica han desplazado la memoria histórica de cualquier programa, como si ahora fuera incompatible con todo programa electoral o de gobierno.

A lo que realmente quiero llegar es que me duele oír a la salida de un campo de concentración, cómo un cantamañanas español afirma que los alemanes fueron "tontos" por dejarse hacer "todo esto".

Resumiendo

Estas dos últimas semanas han sido muy muy intensas, particularmente los tres últimos días han sido muy duros. ¿Qué ha pasado?

Pues ha pasado de todo y de todo querría hablar en el blog, así que de momento voy a hacer un pequeño resumen.

El Movimiento 15-M, las elecciones municipales y autonómicas, fui a mi primer coloquio literario, donde la escritora y Premio Nobel de Literatura en 2009, Herta Müller leyó extractos de su nueva obra y habló de la minoría alemana en Rumanía, así como de su experiencia con la Securitatea, la policía secreta del régimen de Ceaucesu en los setenta y ochenta. Me firmó un ejemplar de Atemschaukel y le dije que me había impresionado mucho, ¡es muy tímida en persona!. De ello escribí un artículo que se me fue al publicarlo e intentar reescribirlo no fue lo mismo, así que lo dejé.

El EHEC, la crisis de los pepinos en los medios de comunicación alemanes y su gestión de las autoridades de Hamburgo, hice mi primera declaración de la renta, escribí una rencensión en apenas 24 horas, que envié tarde al profesor (por hacer la declaración, pero no hubo ningún problema), tuve algún mal día en el trabajo y ayer fue el Día del Padre en Alemania, que es festivo y he hecho puente. También me he encontrado con alguien en Berlín y me ha hecho mucha ilusión...

¿Ahora mismo, qué me está quitando tanto tiempo? Un trabajo del semestre pasado que voy a entregar en dos semanas sobre la Ostpolitik de Willy Brandt, que me tiene sorbido el tiempo y la energía. Cada día estoy más contenta de haber iniciado hace ya seis años el largo camino de estudiar historia. Aunque los métodos y las formas son muy diferentes en Potsdam y la Unizar (y creo que debería escribir sobre ello...), lo que estoy aprendiendo me está enriqueciendo mucho como persona (y como profesional). No se todavía qué hare cuando termine el master, qué pasará en el futuro y si me podré dedicar profesionalmente a esto, pero no pienso rendirme.

De libros

En las últimas semanas tengo la extraña, fea y desagradable sensación de que el tiempo se me escapa entre los dedos, ¡Qué lejos queda ahora mi cumpleaños o el uno de mayo!. Pero lo que peor me sabe de todo esto es tener la sensación de haber tenido un montón de ratos muertos en los que no he aprovechado lo suficiente y cosas pendientes por hacer tengo un rato: la declaración de la renta, comprar un par de cacharros necesarios para el piso como un cuelga-albornoces, para optimizar el ya de por sí pequeño espacio o mismamente leer semanalmente todos y cada uno de los textos para los seminarios, tarea que a día de hoy parece misión imposible hasta que no termine con el trabajo del semestre pasado que aún tengo pendiente.

Pero una de las cosas que peor llevo o que más me cabrea es no tener tiempo para leer y cuando digo leer, me refiero leer algo que no tenga que ver con el Tratado de Moscú, la Ostpolitik o la Guerra Fría. En los últimos meses me he comprado algunos libros interesantes a los que esperaba hincar el diente más temprano que tarde, pero que ahí están acumulando polvo en la mesilla. Además el año pasado y en los viaje que he ido haciendo a casa he intentado cargar en la maleta y poco a poco aquellos libros que son un "must" en cada estantería o aquellos que no quiero perder de vista porque me encanta releerlos una y otra vez.

Así que valga como auto reprimenda, dejo una lista de algunos libros que me he comprado/traído y que me he propuesto leer en castellano antes de septiembre, con el por qué de la compra y un esbozo de lo que me llamó la atención. Por supuesto acepto sugerencias y críticas:

- La cultura americana contemporánea: una visión antropológica de Marvin Harris. Bien, Marvin Harris fue un antropólogo de la que se puede denominar escuela del materialismo cultural (desarrollada fundamentalmente por él mismo) que escribió una serie de libros interesantísimos al alcance de cualquiera. A mí me encanta la antropología y durante mucho tiempo estudiar esa carrera en la UNED fue una de las salidas que barajaba como posibles al terminar Historia. Las circunstancias me han hecho ir por otros derroteros, pero no he quitado el ojo a publicaciones de antropología, porque sinceramente todavía tengo la esperanza de que algún día podré estudiarla. En Historia tuvimos alguna aproximación a la antropología con asignaturas como prehistoria o pueblos primitivos actuales, pero desde luego para entender los libros de Marvin Harris no es necesario ni tener antropología, ni historia, ni nada. Simplemente curiosidad y ganas de aprender. De hecho, quien me recomendó a Marvin Harris fue mi padre a quien le encantan los libros de ciencias y curiosidades, y que nunca ha pisado una universidad y es mucho más inteligente que cualquier estudiante de económicas que se va los sábados de botellón.

Dicho esto La cultura americana contemporánea: una visión antropológica, pone sobre la palestra preguntas tales como: ¿por qué los productos actuales no duran nada? ¿por qué surgió el feminismo? ¿por qué salieron los homosexuales "del armario"? entre otras muchas cuestiones y las analiza, presenta datos y las pone en común, porque tras estas preguntas que parecen tan dispersas las respuestas se conectan y ofrecen un bosquejo de por qué la sociedad estadounidense es hoy en día cómo es.

Este libro lo llevo siempre en el bolso (lo edita Crítica en edición de bolsillo) y lo leo cuando voy en el metro o en el tren, así que me lo estoy leyendo poquito a poco y de lo poco que llevo leído me parece un análisis muy interesante de la sociedad norteamericana, esa gran desconocida para nosotros.

Del mismo autor he leído Caníbales y Reyes, en el que el autor desarrolla temas tan curiosos como el origen de la agricultura, de la guerra, el de la supremacía masculina, el del capitalismo, el del estado...todo ello con cifras, datos y explicaciones claras y concisas. No puedo más que recomendarlo.

También de Marvin Harris tengo todavía sin leer ni empezar Bueno para comer, que se centra en un tema más concreto: la alimentación, por qué comemos unos animales sí y otros no, por qué tenemos mascotas, las proteínas en las dietas cárnicas y la verdad que se esconde detrás de ese bombardeo publicitario que promulga que sin carne apenas puedes hacer nada, etc. Todo en la misma línea, una narración clara, aportando muchos datos (a veces yo diría que demasiados) y aunque sea ciencia divulgativa, no pierde su seriedad científica y al final del libro se puede encontrar un buen apartado de bibliografía complementaria.

- La ciudad de los prodigios, de Eduardo Mendoza. En este caso para dormir y para variar tengo en la mesilla una novela.

La ciudad de los prodigios es un libro que mi padre recibió como regalo y lo teníamos por casa desde hace muchos años, sin embargo fue en clase de uno de los mejores profesores que he tenido en la carrera cuando hablando del anarquismo y su arraigo en la Cataluña industrial del siglo XIX, comienzos del XX, nos lo recomendó vivamente com un retrato bastante acertado de la ciudad y de la época. A mí me hizo clic la cabeza y recordé que lo tenía en casa, así que lo empecé a leer justo antes de marcharme y con las prisas de la maleta se me olvidó traérmelo. Volví en navidad, llené la maleta de ropa y más libros, pero me volví a dejar La ciudad en casa.

No obstante, terca de mí porque me había empeñado en que quería leer esa novela y esa ficción tuve mi recompensa cuando mi madre me lo envió en un paquetito. Desde entonces intento que no pase una semana sin haber leído un trocito.

¿De qué va La ciudad y por qué me emperro en leerla? La ciudad trata las aventuras de Onofre Bouvilla, un chico del campo catalán que aprovechando la coyuntura de Barcelona con la Exposión Universal en 1888 decide ir a buscar trabajo a la ciudad, donde irá evolucionando como persona y como miembro de la sociedad barcelonesa de finales del siglo XIX y principios del XX, pero además Eduardo Mendoza incluye pasajes en los que narra la historia de algunas calles o barrios de Barcelona, de cómo eran antes de la industrialización hasta los tiempos de Onofre y contextualiza mucho tanto en la historia de la ciudad (que es casi más protagonista que Onofre Bouvilla), como en el trasfondo de los personajes, de dónde venían y cómo habían llegado hasta aquí (en algunos casos también te cuenta cómo acabaron sus días, en caso de que ya no vuelvan a aparecer más por la novela).

Lo poquito que llevo de este libro me está encantando por tres cosas cosas; la primera porque recoge muy bien la memoria de esa Barcelona industrial donde convivían las clases más bajas con la emergente burguesía catalana, esa memoria se puede percibir aún hoy en la ciudad paseando por las calles, el propio autor afirma que La ciudad no es una novela histórica, pero recoge la memoria colectiva de esas generaciones de barceloneses que vivieron entre la podredumbre y el Paseo de Gracia. En segundo lugar, la narración me está enganchando, las descripciones de las calles, de los personajes, de las calles...¡es que lo leo y casi puedo verlo! y por último, mi propia experiencia con la ciudad. Barcelona es mi segunda ciudad favorita (además de la que me vio nacer) y el tiempo que pasé ahí lo recuerdo como unos meses difíciles pero geniales a la vez. Me encantaba salir los domingos sin necesidad de quedar con nadie a pasear por las callejuelas del Barrio Gótico, Gracia, tener la facultad en pleno centro del Raval... entonces cuando ahora leo este libro me imagino como serían las calles por las que yo paseé en 1890.

Eduardo Mendoza además ha escrito La verdad sobre el caso savolta, también ambientado en la Barcelona de las primeras décadas del siglo XX y del cual hicieron una película. No he visto la versión filmada, pero el libro es otro de los que tengo pendientes de comprar/sacar de la biblioteca y leer.

- Viaje a las emociones, Eduardo Punset.

Lo reconozco, cuando echaban Redes en la dos yo casi siempre estaba ya durmiendo. Siempre había oído lo interesante de ese programa y siempre me quedaba con ganas de verlo. Hasta que llegó internet. Y Youtube. Y la dos comenzó a colgar sus programas en la red. Poco a poco y sin verme todos los programas de Redes, comencé a interesarme más tanto por el contenido, como por el propio presentador un hombre que parece que sabe de todo. Incluso inglés. Es una maravilla ver cómo el presentador puede hablar con el entrevistado de marras sin necesidad de intérprete y la complicidad que se crea entre ellos bajo un mismo idioma.

Aunque siempre me ha interesado el funcionamiento del cuerpo humano (como aficionada, puesto que las matemáticas y la química me jugaron alguna mala pasada en la E.S.O y ya terminé de inclinar la balanza hacia las humanidades), me compré Viaje a las emociones casi por motivos personales, quería ponerle una explicación científica a mis sentimientos y a mis reacciones. No lo he empezado, bueno miento, sí. Viaje a las emociones era mi libro de cabecera, ese que no podía dejar de leer cada noche aunque fuera un capítulo corto. Pero un día me dio de repente por la novela y como La ciudad tampoco es muy largo, decidí que postergaba Viaje para cuando la sed de novela se me pasara. Que sea el último de los libros de esta lista o que lo dejara aparcado no tiene ninguna connotación negativa, sino al revés. Lo bueno se hace esperar, Viaje a las emociones es un tomazo que comprende en un solo volumen la trilogía: Viaje a la felicidad, viaje al amor y viaje al poder de la mente, con lo que en realidad son tres libros en uno y de ahí que al no ser tan ligero, me lo esté dejando para poder leerlo con más calma y entendiendo conscientemente lo que se explica.

Lo poco que leí: increíble, me parece increíble cómo Punset explica tan claramente esos procesos en el cuerpo humano que tan cerca están de las emociones, cómo el cuerpo es una maquinaria tan tan compleja y cómo la biología o la genética influyen en nuestra vida cotidiana sin que nos demos cuenta conscientemente y creo que Punset es un excelente comunicador. 

 

Así pues, estos son algunos de los libros que tengo entre manos cuando no leo nada relacionado con los Juicios de Nuremberg o con las relaciones exteriores de la República Federal de Alemania. Libros que me interesan por lo diferentes que son unos de otros, porque me traen recuerdos o porque incluso me ayudan a entender que todo lo que hago o lo que siento tiene una explicación racional detrás.

Espero que la próxima vez que haga una entrada sobre ellos sea para escribir que por fín me los leí enteritos. También tengo pendientes algunos libros en aragonés y alemán.

¿qué libros tenéis en la mesilla por leer?

Soy muy feliz

Hoy por la mañana, mientras terminaba de prepararme para hacer recados mañaneros (los lunes no tengo ni clases ni que ir a trabajar, pero no se cómo me las apaño que nunca los tengo libres para dormir) me he metido en Blogia casi por casualidad, mi última entrada es del mes de agosto, fecha en la que me enfadé con este servidor porque no podía usar las plantillas sencillas que se podían manipular al gusto y había que quedarse con esas tres nuevas en las que no se podía ni cambiar el color, ni la foto ni nada. Como suele ser habitual en mí, en vez de escribirle al moderador o quien sea que lleve esto un mensaje para que poder solucionarlo, me ofusqué en mi torpeza y dejé el blog bastante disgustada, porque a mí si el diseño no me entra por los ojos, no me motivo a escribir ("total si luego se va a leer feo...").

En fín, casualidad o no, hoy (aunque seguramente hace tiempo que ese problema estaba ya subsanado) he vuelto al blog y lo he podido toquitear a mi gusto, este vuelve a ser mi blog con una plantilla que yo he elegido (aunque por lo que veo siguen sin poderse modificar los colores de fondo o las fuentes), pero sobre todo con un logotipo que he hecho yo y con el que me siento a gusto. Después de pegarme toda la mañana (y no exagero) buscando fotos que reflejaran un poco lo que este blog quiere representar (tenía algunas de paisajes alemanes, los Pirineos, un campo de amapolas precioso en Tabuenca...), reduciéndolas de tamaño, comprimiéndolas, recortándolas para ajustarlas a la plantilla y que quedara en proporción y no conseguirlo, he optado por dibujar con el Paint unas franjas de colores y añadirle una tipología. Y me he quedado tan pancha, pero sobre todo contenta, porque ahora sí que me siento cómoda mirando este blog y espero que también escribiendo en él.

Mientras no se me ocurran ideas más originales, seguiré siendo la Señora Marrón. Y eso sí, de esta plantilla y este logotipo ¡no me van a mover!.

Meme: 20 cosas que odio

Siempre que inicio una nueva etapa en el Blog, cuando me da una nueva arrancada a escribir, acabo borrando todos los post anteriores - en su mayoría no suponen más de tres...- es como si siempre quisiera volver del todo y tuviera que borrar lo anterior. Y no es que me molesten los post anteriores, pero siempre tengo la impresión de que no pegan con la nueva etapa...No voy a decir que esta vez me quedaré por mucho tiempo, de momento estoy en exámenes y con los nervios a flor de piel, también estoy a punto de abrir una segunda parte en cuanto a lo personal, pero de eso, ya se enteraran cuando toque...no me gusta adelantar acontecimientos.

Me gustaría comenzar mi primer post de esta nueva - enésima- etapa con algo suave, un meme, algo que nunca había hecho en etapas anteriores, tomado de Eckspresso, 20 cosas que odio, quizá si empiezo diferente, me anime a continuar también de manera diferente...

 

1. La gente que anda en hilera tapando la calle cuando tengo prisa y que no se dan cuenta de que alguien detrás suyo quiere pasar.

2. Los jubilados que aún aparentando tener unos 60 saludables años y no llevar bastón o tener problemas de movilidad te miran con cara de perro pachón para que les dejes el asiento en el autobús, mientras yo llevo una mochila que me dobla en peso.

3. El sentimiento de culpabilidad que me corroe cuando hago algo a última hora (trabajos, fundamentalmente).

4. Que cuando paseo a Urko (mi perro) y le da por hacer sus cosas, la gente me mire cómo lo recojo.

5. El spam de Movistar en el móvil.

6, Los números ocultos (también va de móviles).

7. Abrir cada mañana un ojo cinco minutos antes de que suene el despertador y apagarlo (quedándome consecuentemente dormida).

8. La ineptitud de la secretaría de la EOI.

9. La ineptitud de mi médico de cabecera, que me manda a planificación familiar (con los consecuentes meses de espera) en vez de hacerme la receta de la píldora ella misma, cuando llevo tomando esa píldora un año.

10. El olor a orina (humana) de la plaza de detrás de mi casa.

11. Esperar cartas importantes.

12. Soñar con que esas cartas importantes llegan y traen malas noticias y que se cumpla en la realidad.

13. Que cada vez que me compro calzado nuevo me tenga que salir una ampolla/rozadura.

14. Las marcas de la varicela en mi cara (la pasé hace tres años).

15. Que me chillen por teléfono.

16. Que cuando internet no funciona en casa es culpa de las redes inalámbricas en mi portátil y no del modem del año 2001 (dice mi padre).

17. Mi pereza proporcional al número de cosas que hacer.

18. Las denuncias de vecinos sin fundamentar (esto me dará para un post, lo prometo).

19. La gente que te pregunta cómo llevas un examen solo para regodearse de lo bien que lo llevan ellos.

20. El desorden.

Animo a continuar con el meme a quien quiera ; )